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Construyendo puentes de aprendizaje: claves para una transición exitosa de kinder a 1° básico

María Jesús Honorato
Decana Facultad de Educación, Universidad de Las Américas.

La transición de kinder a 1° básico es un hito fundamental en la vida de los niños y niñas. Marca el inicio de su educación básica. Este paso, aunque pueda parecer sencillo, involucra adaptarse a nuevas rutinas y expectativas, lo que puede impactar significativamente su desarrollo social, emocional y académico de los niños y niñas. En nuestro país, aproximadamente 250,000 niños ingresan a 1° básico y realizan una transición cada año, lo que subraya la necesidad de implementar estrategias efectivas para garantizar una experiencia de cambio suave y positiva.

Cada niño posee un ritmo de aprendizaje y necesidades únicas. Reconocer y respetar estas diferencias es crucial para facilitar una transición exitosa. La neuropsiquiatra Amanda Céspedes destaca la importancia de considerar el desarrollo emocional y la madurez al diseñar estrategias educativas, promoviendo un entorno de aprendizaje seguro y comprensivo. Este enfoque es esencial para que los niños se sientan valorados y puedan adaptarse con éxito a 1° básico.

La teoría de las inteligencias múltiples, propuesta por Howard Gardner, refuerza la importancia de ofrecer experiencias de aprendizaje que reconozcan las diversas formas en que los niños entienden el mundo. Al crear un puente entre las experiencias de kinder y los desafíos de 1° básico, se puede asegurar que los niños encuentren el aprendizaje relevante y motivador. Esto no solo facilita la adaptación, sino que también sienta las bases para el éxito académico a largo plazo.

Es crucial también que los educadores valoren el contexto cultural y personal de cada niño. Jerome Bruner, psicólogo influyente, argumenta que los niños aprenden mejor cuando pueden conectar los nuevos conocimientos con su vida cotidiana. Implementar proyectos de continuidad curricular que enlacen las actividades de kinder con las de 1° básico, como expandir proyectos de jardinería a estudios más profundos sobre el ciclo de vida de las plantas, puede proporcionar una sensación de continuidad y coherencia en el aprendizaje.

Los docentes desempeñan un papel fundamental en facilitar una transición suave. Carol Ann Tomlinson, experta en enseñanza diferenciada, sugiere adaptar las rutinas y los entornos de aula, fomentar la expresión oral y el desarrollo del lenguaje, fomentar la independencia y la autonomía a través de actividades que promuevan la toma de decisiones y la resolución de problemas. Esto prepara a los niños para las demandas de 1° básico, fortaleciendo su autoestima y confianza.

La preparación emocional es igualmente esencial. La creación de un ambiente de apoyo donde los niños se sientan seguros y valorados ayuda a mitigar la ansiedad asociada con la transición. Prácticas como el “tiempo de círculo”, donde los niños pueden expresar sus sentimientos, son útiles para construir un sentido de comunidad y apoyo en el aula. Según la OCDE, los niños que inician 1° básico con una base emocional sólida tienen un 50% más de probabilidades de éxito académico.

En este contexto, la Universidad de las Américas se ha comprometido a formar a los futuros educadores de manera que puedan manejar eficazmente esta crucial transición de kinder a 1° básico. La universidad reconoce que para lograr una transición suave y continua, es esencial que los futuros educadores comprendan y experimenten las dinámicas de ambos niveles educativos.

Al proporcionar esta formación integral, la Universidad de Las Américas está ayudando a preparar a educadores que no solo están equipados con las habilidades pedagógicas necesarias, sino que también tienen una comprensión profunda de la importancia del desarrollo emocional y social en la educación temprana. Este enfoque garantiza que los futuros educadoras(es) y docentes puedan facilitar una transición que sea no solo académicamente exitosa, sino también emocionalmente enriquecedora.

La transición de kinder a 1° básico no es un simple paso de un nivel a otro, sino un proceso crucial que requiere una planificación cuidadosa, una comprensión profunda de las necesidades de los niños y una colaboración entre educadores, padres y la comunidad. Al construir puentes sólidos entre estos niveles, podemos asegurar que cada niño no solo se adapte a su nueva etapa educativa, sino que también se sienten las bases para un futuro de aprendizaje y oportunidades equitativas.

Es esencial que tomemos acción ahora, en los meses que restan del año, para enfocarnos en construir estos puentes. Con el compromiso y la colaboración de todos los actores educativos, podemos hacer de esta transición una experiencia positiva que impulse a nuestros niños hacia un futuro lleno de oportunidades y logros.

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